Publicado en TalCual el jueves 29 de octubre de 2009
"Me muevo entre dos soles, fulminado, debo elegir la guerra o la locura para no sucumbir, ahora condenado preparo mi desastre, mi total destrucción", así dice El condenado de Efraín Hurtado, pero la obra del poeta fallecido hace 31 años ni se ha destruido, ni ha sucumbido, ni ha sido condenada; por el contrario: se mantiene, resiste, persiste, está.
Hurtado será el protagonista, junto a la poeta Yolanda Pantin, de "Noche de Poesía. Para celebrar a los maestros del asombro", evento que se efectuará mañana a las 7:30 pm en el Centro Cultural Chacao, con la participación de Harry Almela, quien presentara una ponencia, y Camila Ríos Armas, Beatriz Alicia García, Florencio Quintero y Ruth Hernández Boscán, quienes a través de su voz mostrarán los versos de los homenajeados, así como su propia creación literaria.
Del llano a Europa
Hurtado nació en Calabozo, estado Guárico en 1934, egresó como sociólogo y antropólogo de la Universidad Central de Venezuela, cuando ambas escuelas formaban una sola. Viajó a Francia para cursar estudios de postgrado y regresó a Caracas a impartir clases en la UCV. Actualmente el centro de documentación de la escuela de Antropología lleva su nombre.
En París, Hurtado no sólo estuvo inmerso en la lectura de Althousser, Bachelard Baque, Barthes, Duvignaud, Eliade, Foucault, Lévi-Strauss, Lacan y Vattimo, entre otros pensadores. También entrevistó a escritores como Carlos Fuentes, Jorge Semprún, Mario Vargas Llosa, Phillipe Sollers y Severo Sarduy, material que está disperso en revistas de la época.
El antropólogo perteneció al Techo de la Ballena, grupo de irreverentes escritores, pintores y fotógrafos que marcaron el arte venezolano de los 60 con su actitud contestataria. Allí estuvo junto a sus amigos Adriano González León, Carlos Contramaestre, Caupolicán Ovalles, Daniel González, Dámaso Ogaz, José María Cruxent y Salvador Garmendia, entre otros.También fue el principal impulsor de la revista Uno y múltiple, pero lo que ocupó mayor parte de su capacidad intelectual y de sus vivencias fue la poesía.
No en balde su primer libro, publicado a los 30 años de edad, fue Papeles de condenado, en el que la experiencia de estar hospitalizado se transformará en exploración, confesión y encuentro. En 1966, edita Redes maestras. Seis años después nace A dos palmos apenas, en el que se lee la inmensidad y desmesura del llano venezolano: "La mano de Eudogia Santos semejaba una garra anudada al paraguas bastante desflecado por los tantos agostos y solazos caídos en cien años. Izado y con un flanco bajo y dos varillas rotas, casi no llegaba a cubrirla, pero al poner un pie sobre la acera entrefuegos o zumbas de diluvios se aferraba a el como tabla de muleta.
Se había convertido en una curiosa prolongación del brazo".
El infarto que destrozó su corazón el 28 de octubre de 1978 lo sorprendió mientras elaboraba Escampos, libro póstumo, publicado al año siguiente de su muerte. Allí sus imágenes y su mirada se muestran en todo su esplendor: "No me asomen lejanzas/ porque se van mis ojos./ No me silbes tan bajito perdiz/ por las bocas del monte/ para no andar trasteando estos campos/ de solo".
Aniquilado
No pude incorporarme,
el ruido del insecto zumbando en mis oídos
me fue debilitando,
durante mucho tiempo me mantuve sin volver
la cabeza.
Ese día dormí en una exacta posición de muerto.
El animal
A veces
me derriba un gran vértigo.
A media noche
me veo desahuciado en los espejos,
el monstruo me abandona a una muerte atroz.
Para olvidarme, ambulo por lugares
muy quietos
o me voy por años a otros poblados,
para olvidarme,
aunque soy la víctima de siempre,
mi cómplice más cruel.
Ataques
A mitad de la noche
me vinieron violentas convulsiones,
entre muecas horribles trataba de llamar
el enfermo de la otra habitación,
sólo entraron unos perros que atacaron
rabiosos mi cuerpo medio muerto.
De Papeles de condenado (1964)
En
invierno
espiaba la
sombra de los
gatos que desde
el amanecer mantenían los párpados
cerrados mientras se lamían y sacaban el sueño
echados sobre caños de agua
De Redes maestras (1966)
Libros publicados
Papeles de condenado (1964) poesía
Redes maestras (1966) poesía
A dos palmos apenas (1972) poesía
La transparencia del signo (1973) ensayo
Ojo de buey (1974) narrativa
Escampos (1979) poesía
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